Intratable estuvo la dupla Batallini-Benítez. A los 22, el ex Rojo la birló en la mitad de la cancha, advirtió la diagonal del paraguayo y se la cedió en la puerta del área. El remate del delantero terminó en las manos del guardameta tripero. Cinco minutos más tarde, Colón estiró la ventaja tras un centro pasado que Tomás Galvan ganó en el segundo palo y mandó a guardar.
El Lobo creció en el final del primer tiempo. En el descuento, Ramírez tuvo el descuento, pero el travesaño le dijo que no. Y en el complemento, el equipo de Chirola Romero mejoró desde el ingreso de sus refuerzos. Rodrigo Saravia (solo entrenó una vez) y Pablo De Blasis ofrecieron su cuota para que el partido sea de ida y vuelta.
Más allá de la intención tripera sobre el cierre, los visitantes no pudieron derribar la muralla sabalera en el fondo y se volvieron a La Plata con pura impotencia. En el Cementerio de los Elefantes, Colón festejó y respiró. Buena victoria en casa y tranquilidad en la tabla general.
Báez sacó con ventaja de 3-1 en el segundo parcial y parecía encaminar el triunfo, pero Coric le quebró el servicio. Tras el 3-2, Báez solicitó la asistencia de un fisioterapeuta por un sangrado nasal, pero eso no le impidió seguir peleando palmo a palmo el juego en ese parcial y el siguiente, con un alto nivel. Sin embargo, el croata remontó y llevó el juego a un tie break. El desempate tuvo mucho suspenso y al argentino falló ocasiones favorables contra un adversario tan aguerrido como él.
La alegría llegaría con suspenso al cierre de otro tie break, tras ir batallando punto por punto. En ese tramo decisivo, a diferencia de lo que sucedió en el segundo set, se mostró sólido para tomar la delantera, lograr miniquiebres de saque una y otra veces y encaminarse a la victoria.
Aun en caso de perder la definición, el bonaerense trepará al 35º lugar en el ranking internacional. Ésta será la sexta final que protagonizará en el circuito Báez, que tendrá la necesidad de recuperarse del gran esfuerzo físico para jugar frente a un oponente que llega descansado por no haber jugado una semifinal. El argentino jugó casi 200 minutos con más 30° de temperatura en el ambiente y 70% de humedad. Por eso apenas le quedó energía para el festejo tras la victoria.